Se despertó suavemente, primero abrió los ojos, con una gran sonrisa. Había dormido increíblemente bien aquel día. Las sábanas la cubrían parte del cuerpo era suaves y moradas, se estiró con mucha dulzura mientras disfrutaba aún de la paz que la acontecía. Sacó primero una pierna con la gracilidad de una bailarina y luego otra, sintió en ese mismo momento el frío, como un azote en su tersa piel. Frotó sus muslos y luego distraída miraba por la ventana de su cuarto. Miraba el cielo, pues la abertura quedaba en el cabecero de su cama y desde allí, podía observar las hojas del árbol del patio mecerse por la brisa, un pajarillo en la rama que luchaba contra el frío hecho un auténtico pompón. Y más arriba, acogiéndoles una hermosa noche, despejada y hasta con estrellas, algo difícil en la ciudad. Respiró hondo disfrutando con la calidez de su despertar. Había pasado el verano y aunque hacía apenas dos días la temperatura de la calle era de 27 grados ahora, ya podría sacar sus jerseys de cuello vuelto y manga larga que tanto preciaba, pues la temperatura no llegaría a los 12. Así era el clima aquí, un calor insufrible y de repente tras una tormenta, llegaba el otoño en todo su apogeo. Era un sitio raro, diferente, pero donde había crecido al fin y al cabo.
Por fin se levantó tras media hora repostando en la cama cuando y sus piernas se quedaron frías por completo la joven creyó conveniente levantarse, podía sentir la ansiedad que llega con la interrupción de esos buenos momentos. Alguien la llamaría, seguro. Se levantó y caminó estaba sola en la casa y fue desnudándose hasta la ducha mientras se divertía tirando cada prenda al mismo punto del cuarto donde ahora brotaba una montaña.
Abrió el grifo de la ducha y reguló el agua a 38 grados, todo el baño se cubrió de vapor.
Envolvió su cuerpo con una toalla y se arregló con ropa de invierno mientras dejaba secar al aire su largo pelo rizado. Algunos decían que era negro pero sólo el castaño oscuro podría crear un rostro afilado y angelical. Fue a la cocina donde había dejado el teléfono el día anterior y justo cuando se preguntaba porqué tardaba tanto en recibir la llamada que había preconizado sonó el aparato. Agarró el auricular y abrió la nevera en busca del desayuno.
Por fin se levantó tras media hora repostando en la cama cuando y sus piernas se quedaron frías por completo la joven creyó conveniente levantarse, podía sentir la ansiedad que llega con la interrupción de esos buenos momentos. Alguien la llamaría, seguro. Se levantó y caminó estaba sola en la casa y fue desnudándose hasta la ducha mientras se divertía tirando cada prenda al mismo punto del cuarto donde ahora brotaba una montaña.
Abrió el grifo de la ducha y reguló el agua a 38 grados, todo el baño se cubrió de vapor.
Envolvió su cuerpo con una toalla y se arregló con ropa de invierno mientras dejaba secar al aire su largo pelo rizado. Algunos decían que era negro pero sólo el castaño oscuro podría crear un rostro afilado y angelical. Fue a la cocina donde había dejado el teléfono el día anterior y justo cuando se preguntaba porqué tardaba tanto en recibir la llamada que había preconizado sonó el aparato. Agarró el auricular y abrió la nevera en busca del desayuno.