domingo, 24 de enero de 2010

II

-¿Si?
- Buenas Lunas Ximena.
- Buenas Lunas. –Dijo sacando un plato del frigorífico.
-¿Cómo te encuentras? Seguro que te acabas de despertar ahora mismo.
- Ahora mismo no. Hace…- miró el reloj de la cocina y mintió – unos 53 minutos exactos.
-Ya…-dijo su interlocutor sin demasiada intención de creérselo pero avivó su voz y siguió hablando - Iba a llamarte antes pero surgió un imprevisto.
- Ya lo sabía.
- ¿Lo sabías?
Sonó sorprendido y Ximena recordó que no todo el mundo conocía el alcance de sus dones.
- ¿Querías algo?
- Si, oye podíamos quedar algún día, hace mucho que no nos vemos, y así ponernos al día.
- Claro, podíamos quedar algún día. Contestó despreocupada por la invitación, era la típica que siempre se hacía y luego nunca se llevaba acabo.
- Hoy estaría bien.

-¿ho-mpf- …
Se había atragantado con el cacho de pastel que estaba desayunado. Se golpeaba el pecho para logar que pasara por el esófago. Había sido tragarlo rápido o la muerte asfixiada.
-¿hoy? Preguntó con mucha exclamación mientras una lágrima se escapaba de sus ojos.
-Si, has dicho que quedásemos.
Ximena abrió mucho los ojos y empezó a gesticular en silencio sobre la desfachatez que tenía Omar de decir tal cosa.
-Venga, no tardes te espero en diez minutos en Arconte. No te retrases.
Pi-pi-pi-pi

Colgó.
Se separó del teléfono y lo alejó de si como si este fuera una bomba.
¿Pero qué había pasado? En fin, iría. Aunque llevase casi 5 meses sin aparecer por ahí, por motivos bastante…justificables. Terminaría de desayunar y se marcharía.
Hoy las conversaciones que tuviera serían peligrosas, se sentía como si de estar relajada en una playa hubiera venido un tsunami y la hubiera arrastrado océano adentro y los tiburones y demás fauna la rodeasen.

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