martes, 3 de marzo de 2009

1er Relato: "Masturbación"

Y aquí estoy intentando llevarme bien con el blog, porque Phyran aun no me ha enseñado cómo se uitiliza esto.


Pues bien, dicho esto.... doy por comenzado el blog con este primer relato. Qué decir que por favor, si se copia, avisad, que no cuesta tanto y si tanto te interesa, realmente estamos aquí para complacer tu inquietud.








Masturbación





Masturbación



Se masturbaba desde los 6 años cuando una niña algo mayor que ella quiso probar su cosita, entonces comenzó su aventura con el sexo. Ella no recordaba que pasó, era demasiado pequeña y su mente al parecer solo mostraba su entusiasmo ante la parte positiva de la acción. Desde entonces cada vez que sentía estrés o que su cuerpo se elevaba de temperatura, había acudido a esa saludable práctica. A veces lo hacía antes de dormir y otras solo cuando no tenía nada que hacer, sin duda lo consideraba una afición como cualquier otra, solo que ésta siempre la proporcionaba placer.
Diana estaba sola en su casa, había llegado de trabajar, era verano y no aguantaba estar sin hacer nada. Se sentó en el sofá y pronto comenzó a escuchar nada más que las chicharras del jardín. Se levantó y cerró la ventana, la desquiciaban esos animalejos y sus ruiditos. Volvió a sentarse y miró las ventanas, la luz entraba por doquier, normal, eran las tres de la tarde del verano más caluroso que había padecido Andalucía. Y su sofá la atrapaba, eran de esos que daban un calor insoportable, suaves y acolchados. Se deslizó dejando medio trasero fuera, totalmente atrapada por la comodidad de los cojines. Entonces miró la hora, ya habían pasado hora y media desde que llegó, y ella sin hacer nada. Suspiró, se acariciaba su melena morena posada sobre sus pechos y pasados estos seguía cayendo hasta la cadera. Su ropa la asfixiaba, estaba sudando, completamente mojada por el sudor, La camisa se transparentaba, se desabrochó dos botones dejando el sujetador sugerente y visible. De su cuello caía una gota, resbalando por el pecho y por su suave piel bronceada. La falda de tubo con la que iba a trabajar la agobiaba, el forro se había adherido a sus piernas y se sentía incómoda con ese amasijo de ropa. Giró su cadera, llevó sus lánguidas manos a ella, con cuidado agarró la cremallera y poco a poco comenzó a bajarla, pestaña a pestaña teniendo cuidado con no romper el forro de dentro al pillarlo. Lo desabrochó por completo y se quitó la falda, deslizándola por las piernas muy despacio pues el forro estaba visiblemente mojado. La camisa se desabrochó sola con el movimiento y se abrió dejando su cuerpo semidesnudo. Solo su ropa interior la cubría y decidió quitarse la camisa. Se levantó con dificultad del cómodo asiento, agarró la ropa para después dejarla encima de su cama bien colocada.
Caminó con su escueta ropa y sus tocones altos por el pasillo, al final de éste había otra habitación. Anduvo y entró en ella, pensando en coger algún DvD con el que entretenerse. Rebuscó en la estantería entre los muchos CD pirata encontró uno “Hell boy”. No la había visto cogió el CD y volvió al salón. Lo puso y se tumbó en el sofá nuevamente. La película empezaba con el título “Hell boy”. Entonces aparecía un hombre en una habitación, con las paredes en un holograma de fuego, él estaba recubierto con pintura roja como los demonios, y al miarle la extrañó algo. Su entrepierna estaba eréctil, estaba totalmente desnudo y dejaba ver su miembro de gran dimensión totalmente rígido y firme. Su única vestimenta era una diadema con unos cuernos en lo alto. Entonces el joven habló.
- Nadie en este mundo puedes confiar, Ni en un hombre, ni en una mujer. Confía en mí y en tus sentidos. Alargó la mano hacia ella invitándola a entrar en el juego.

Esa voz la sonaba, se acercó a la televisión y le vio. Era su compañero de piso. No se lo podía creer ¿Era actor porno? Bueno, eso pinta de ser casero no era, ¡vaya! Que sorpresa...-se quedó absorta en su miembro- más grata. Se lamió los labios y se mordió el labio de abajo, que pronto comenzó a calentarse.
Volvió a tumbarse en el cómodo asiento y siguió viendo la película. Aparecía una mujer, y agarraba su mano. Entonces miraba su miembro con una pícara y ansiosa mirada. Y él le guió hasta su varonil instrumento. La actriz vestida con un angosto traje de látex, rojo pasión como sus labios, comenzó a dar lametazos sueltos y pronto la dirigió hacia su boca la introdujo dentro y a causarle placer.
- Sigue así,...sí. – Sonaba su voz con cierto jadeo y mimo -Mama del tridente de tu maestro, complácele...

Eso la ponía caliente a Diana, y su temperatura ascendió comenzando a sudar aún más, y se sintió mojada, no podía controlarlo, su respiración se agitaba sin control. Sus pechos se hinchaban y sentía que sus pezones estaban erectos. No podía creer que su compañero de piso estuviera haciendo eso. Siguió mirando la felación e incontroladamente sacó su lengua y dio un lascivo lametazo al aire. Ella también quería probarla. Aferró su pecho izquierdo con la mano lo apretó varias veces, la encantaba hacerse eso. Sentirlo blandito y turgente en su mano, tan... voluptuoso. Sentía su corazón palpitando, tenía unos grandes pechos y se desbordaba de su mano, el duro pezón quedó entre dos dedos y jugueteó con él un segundo, lo pellizcó suavemente, de nuevo lo acarició de arriba abajo poniéndolo más rígido aún. Siguieron sus caricias por la aureola en círculos más grandes cada vez y llegó a su canalillo, tan caliente y sudoroso.
Seguía mirando la película, estaban en el suelo ahora y jugaban con unos grilletes, la apresó con ellos los brazos, abría sus piernas con una sonrisa maliciosa. Su mano agarró bien el trasero de la diablesa y ésta quiso morderle. Lo harían como dos violentos demonios. Ella cruzó las piernas detrás de su cadera y él comenzó a penetrarla.

La mano de Diana quería saciar su ansia, bajo por su tenso abdomen y cruzó las gomitas de su braga. Ignoró sus rizos morenos que asomaban por fuera de estas y comenzó acariciar sus labios. Tenía que lubricarlos y descendió descubriendo lo mojada que estaba. Introdujo dos dedos dentro de la abertura y los bañó con el líquido, volviendo a lubricarse con ellos los labios interiores. Se los acariciaba en suaves círculos con mayor intensidad cada vez.

El vaivén de las caderas de ese hombre la volvía loca y seguía mordiéndose el labio hasta hacerse sangre. La fiereza del impulso que daba, los jadeos que salían de sus labios...Todo la envolvía en querer tenerle entre sus piernas.
Fijó su mirada en su miembro trabajando intensamente la abertura de la mujer, y en el vaivén de caderas...

Abrió un poco sus piernas, quería sentirle dentro de él fuera como fuese. Introdujo sus dedos dentro de sí misma, y siguió el mismo compás que él una y otra vez, una y otra vez.

Tan absorta en la pantalla que no sabía que el tiempo había pasado y que su compañero Michael, había llegado a casa, y entrado en la habitación.

-¿Te gusta? La preguntó.

Alzó la mirada y sobre ella quedaba la cabeza de Michael, con la misma mirada que en la película.
Sacó veloz la mano de sí misma, aún mojada. El silencio se hizo rígido solo cuestionado por los jadeos que Michael escuchaba de sí mismo y de la otra mujer, saliendo de la pantalla en estéreo y resonando por toda la habitación. Diana se puso colorada y él la seguía mirando. Michael dejó sus cosas en el suelo y se sentó a su lado, en el sofá.
-Por mí no te cortes. La sonrió. – De hecho...
Se colocó al final de sus pies viendo el magnífico paisaje de la chica masturbándose. Y comenzó a acariciarla el interior del gemelo, subiendo hacia al muslo, subía y baja otra vez. A una mano la siguió otra y notó el joven como estaba de deseosa, tenía los pechos fuera del sujetador y acalorada, sudaba por todo el cuerpo, su olor era excitante mezcla de jazmín y su propio olor, le encantaba ese aroma. Tenía la piel igual de húmeda que ella y era más suave que la seda.

Diana sentía como Michael la estaba tocando, mientras la miraba desde aquella posición, sentía vergüenza pero nunca había estado tan excitada por aquello, sentía sus poderosas manos tocar el interior de sus muslos y cómo la colocó un beso en su sedienta entrepierna. Separó el rostro de ella mientras la miraba con esos ojos negros, ávidos como tempestades. Se llevó las braguitas consigo y dejó ver su intimidad abierta completamente para él. Se acercó a ella, tiró su ropa interior sin cuidado alguno.

- No deberías parar, deja que yo continúe.

Le sentía dentro de ella, sentía su mano introducirse dentro y acariciara una y otra vez, mientras con su lengua dibujaba círculos en su clítoris. La firmeza de sus caricias, el empuje y la decisión eran las mismas que en la película, deseosa de más se atrapaba los pechos y los apretaba. El ritmo aumentaba, sentía su abdomen tensarse y relajarse, se movía hacia él, parecía una serpiente, oleadas de placer inundaban su cuerpo. Cerró los ojos y jadeó. Gemía y gritaba ansiosa de más.
- No te cohíbas, Diana, te deseo.
Gritaba que me diera más, solo deseaba que me hiciera sentir más.
Estaba tan mojada que empecé a moverme y frotarme siguiendo las súbitas ráfagas de placer, agarré su rostro por un segundo, pero me apartó.
-Tan solo disfruta, pequeña.
Ya estaba preparada para recibirlo todo dentro de mí. No esperé y el sudor se confundió con los hilos de líquido que se deslizaban por el interior de mi muslo. Llegué al éxtasis a horcajadas galopando y sintiendo su aliento entre mis piernas, su lengua torturándome y sus manos poseyendo todo mi cuerpo.
-¡Áh! ¡Aaahh!
Todo terminó, aún seguía con convulsiones esporádicas cuando se separó de mí vagina, se tumbó encima de mí aplastando mis senos con su pecho, estando nuestras bocas a unos milímetros seguía jadeando débilmente y respirando su ardiente aliento me confesó que me deseaba desde el día que vino a vivir conmigo. Su boca abrasó la comisura de mis labios en un violento beso y mi lengua buscó impulsiva la suya para devorándonos.





Musa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial, me encanta, lo sabes...adoro TODOS tus escritos... eres una ARTISTA